
Siempre se ha dicho que los seres humanos somos animales de costumbres. Cierto. Las rutinas forman parte de nuestra naturaleza dando estabilidad, o procurando desequilibrios, según el carácter de las mismas. Es por ello que las rutinas tienen una importancia vital en nuestras vidas. Gracias a ellas podemos provocar los siguientes beneficios:
- Generar un ambiente tranquilo y estable en el que nos sentimos seguros.
- Nos aporta puntos de regularidad, constancia y perseverancia que son muy útiles en nuestra vida diaria.
- Nos dan la seguridad de saber realizar con certeza aquello que vamos a realizar, llevándolo a cabo en orden y minimizando el estrés.
- Es probable que incluso hagamos las mismas rutinas, en los mismos horarios, interiorizando así las distintas acciones.
- Ahorramos energía mental, ya que tenemos las respuestas automatizadas y conocidas, de esta manera las rutinas nos ahorran trabajo.
- Mantenemos la concentración al ya tener asignado el orden en el que hacemos las distintas tareas, evitando así la dispersión.
- Son además una buena herramienta para manejar la impulsividad y los cambios de humor en niños y niñas que sufren trastorno negativista desafiante, comportamientos hostiles y desobediente.
En este periodo de confinamiento creo que lo que más nos costó al principio fue cambiar las rutinas que hacíamos: ir a tomar café a tal bar, quedar con «nosequiencito», pasear por el parque, ir a la playa o a la piscina…, pero con el paso del tiempo que ya llevamos en casa hemos puesto en marcha otras nuevas que nos han ayudado a superar estos momentos.
En resumen, debemos recordar que las rutinas mantienen nuestra mente enfocada, mejora nuestra productividad y nos ayuda a generar autocontrol y estabilidad. En este sentido, debemos intentar repetir las actividades que nos gustan y la manera en que las hacemos, de forma que podamos perpetuar el bienestar que nos aporta, manteniéndonos física y mentalmente saludables.
Y sobre todo, y más importante es no olvidarnos de incluir entre nuestras rutinas: el deporte, la diversión, una cervecita o vino con amigos, una buena parranda… Sabes que son indispensables para nuestro buen estado de ánimo.
Entre mis rutinas, ya sabes, está esta publicación, de todos los jueves, mis lecturas, mis listas de tareas…, y, sobre todo esas ganas locas de verte. ¿Cuáles son las tuyas?, ¿alguna inconfesable?
Gracias por leerme.
Ciertamente, no terminamos de conocernos y conocerte. Soy hombre de pocas rutinas, al tiempo me terminan cansando, cual niño chico, necesito disponer siempre del mando de mi vida y cambiar, a la de ya, de canal.
Tengo, eso sí, como tú, la rutina de alimentar «Arenas y sal», cada vez con más frecuencia. Ahora que he alcanzado la mayoría de edad y que paso a otras clases, quiero retomar el libro que tengo empezado de tiempo, todo se andará.
Y como tú, me gustaría retomar la rutina de verte, aunque sea de vez en cuando, y echar un par de birras, y, si cabe, alguna copleja de los viejos boleros.
Somos animales de costumbres. Sin la rutina diaria estamos perdidos en la jornada laboral. He tenido momentos enlos que la rutina no sirve y me siento perdida, sin rumbo…¿qué día es hoy? ¿ Ya es viernes? ¿Y qué ha pasado con la semana, mes, curso? Las nuevas rutinas solo me gustan los fines de semana porque elijo yo y aprovecho para «perder el tiempo», tomar el sol en la azotea, leer un libro e incluso pnerme a coser. Entonces disfruto y me siento bien.
Nos veremos prontito y retomaremos esos momentos únicos para ser recordados.