«Cuando tus manos me conducen»

Cada vez que salen a dar un paseo, a ella le gusta acomodarse en el asiento del pasajero, y a él conducir. Así ocurre la mayor parte de las veces. Otras, quizás las menos, es al revés.

Nada más poner el coche en marcha, y comenzar el recorrido, él extiende su mano suavemente hacia las de ellas. El gesto siempre va acompañado de una mirada cómplice y solícita. Ella entiende perfectamente la petición y le devuelve la mirada con una sonrisa cálida y complaciente. Con el mismo cariño entrelaza sus dedos con los suyos. 

Este es un gesto sencillo, pero que significa mucho para ambos, pues este simple contacto les ata en el recordatorio de que no importa lo que suceda en el mundo exterior, están juntos y eso es suficiente. Tranquilos continúan su marcha. Si las condiciones del tráfico lo permiten, seguirán así todo el trayecto, hasta que ya no haya más remedio que soltarse. 

Es también muy común que ella acerque su otra mano y acaricie el antebrazo y la mano de él, acompañando el ritmo de la música que suena de la lista de Spotify, que él sabe que a ella le gusta, y que elige conscientemente para darle el gusto, sin necesidad de que ella lo pida. 

Es un momento de disfrute, de tranquilidad, un viaje a la calma. Con ese gesto sus vidas se entrelazan de manera mágica. Comparten palabras, hechos, risas, lágrimas y momentos inolvidables juntos. Pero, sobre todo, disfrutan de la simple pero hermosa conexión que encuentran al darse la mano mientras uno de los dos conduce.

A medida que recorren las carreteras así, comparten sus sueños, sus esperanzas y temores. Hablan sobre el futuro juntos y se animan a perseguir sus metas. A veces, también disfrutan de momentos de silencio reconfortante, de la compañía del otro, mientras los paisajes pasean por la ventana, mientras sus dedos recorren la piel del otro.

Este gesto, se convierte así en un recordatorio constante de que no están solos en su viaje, que caminan juntos, que se tienen el uno al otro, hacia su propio futuro en el que la complicidad que les une es su mejor baza.

Ellos, con sus manos entrelazadas, enfrentándose a cada curva y desafío de la vida, demuestran que los gestos más simples pueden tener el mayor de los significados y que la verdadera felicidad se encuentra en la compañía que ahora tienen a su lado.

Gracias por leerme.