
El cupón de la Lotería de Navidad les había llegado de casualidad. Porque I., que llegaba de su viaje, se había parado en aquella famosa gasolinera y, acordándose de todos ellos, había comprado unos cuantos números.
—¡¡¡Epaaaaa!!!, ¿y si toca? —No hizo falta nada más para convencerlos. En el fondo a todos nos gustaría tener un golpe de suerte, de esos que te dejan temblando y te dan alguna alegría.
Tocó un pellizco. Nada serio. Lo justo para una comida y mantener la ilusión comprando otro cupón, esta vez para el Sorteo del Niño.
El destino es caprichoso y, «¡¡¡epaaaaa!!!» que cuando menos te lo esperas se abre una nueva puerta y la suerte te da una otra oportunidad. Lo ganado por lo jugado.
—¡Epaaaaa!, ¿y si toca?
Pues nada, hay que volver a intentarlo. Así que ahora nos toca la de «Los desesperados».
¡¡¡SUERTE CHICOS!!!
Gracias por leerme.
¡Curioso, sí!, pero no menos cierto, llevamos, el año entero, jugando hasta «la mosca», y… nada, nuestra mosca se va a la moneda del otro, no sé si porque el azúcar es más sabrosa, o porque el sabor de la nuestra ya no tiene textura.
Y sí, yo también jugué, a la Navidad, al Niño, y a otras… ¡a ver!, si en un golpe de suerte, me toca algo, aunque sea para cambiar el radiocasette, que al actual se le lían las cintas, pero… ¡nada!, no hay suertecilla; eso sí, ponemos guita para que el le toque al que menos juega, pero que.. con un golpe de suerte, compró el décimo en un semáforo, o a alguien que lo vendía 0,50 más caro.
En fin, ¡cosas de a ver si toca!
¿Y si toca? No podemos dejarlo sin más, la vida es eso.