
¿Has ido alguna vez de pesca?
Con los pies a remojo, mientras pescaban, continuaban hablando de sus cosas, a la vez que intercalaban miradas, sonrisas y saludos con los transeúntes que se paraban para observarles con curiosidad.
Los tímidos peces se acercaban para olisquear el engodo y, poco a poco, irlo mordisqueando. Ellos movían con suavidad sus anzuelos.
—¿Tú estás seguro de que esto se hace así?
—Pero por supuesto, llevo años pescando en río y no puede haber mucha diferencia.
—¿Y porqué la gente nos mira y se ríe?
—Imagino que la envidia debe corroerlos. ¡Ya verás!, ¡no les hagas caso!, debemos mantener la calma para no asustar a los peces. Tu sonríe y que sigan su camino. ¡Pedazo guiso haremos con éstos pequeñines una vez los cojamos a todos!
—Buenos días caballeros —dijo una voz femenina que se les acercó—, soy la encargada del negocio, ¿saben ustedes que esto es un establecimiento de pedicura?
Gracias por leerme.