«El sabor de los sueños»

«El sabor de los sueños»

Agustín disfruta de las sorpresas, de los regalos de la vida. Le encanta darlos y le fascina recibirlos, si son sin esperarlos pues mucho mejor. La otra noche, acordándose de un cuento que hace tiempo leyó, recordó a qué saben los sueños, aunque dicha narración trataba de la luna.

Él y Marta se habían citado para tomar algo. La temperatura de aquella tarde-noche era perfecta y la vista desde la terraza, en la que se habían citado, era perfecta. Por lo demás, nada les preocupaba, sabían que estar juntos era un disfrute para los dos, un verdadero regalo de la vida, pues cada vez que lo hacían la cháchara nunca paraba, la magia les invadía, las risas les acompañaban y el tiempo se les pasaba volando, haciéndoles disfrutar todo ello de cada segundo, deseando que la noche nunca acabara. Si hay algo que los define, es que cumplen con ese meme que el día anterior habían visto en Instagram: “Las cinco C de una relación: Conexión, Contacto, Cariño, Confianza y Comunicación”

Mientras hablaban no podían parar de mirarse, de rozarse con el brazo, las rodillas, los pies o, incluso, buscar de manera deliberada, la mano o la pierna del otro, para rozarla o acariciarla. Así estuvieron todo el tiempo que les fue posible. La cita fue un regalo de la vida. Un momento de encuentro y de paz que ambos disfrutaron de una manera maravillosa, provocándoles mostrar una gran sonrisa, no solo en su rostro, sino también en la energía que cada uno irradia cuando se encuentra con el otro y hacen cosas juntos. 

Tras el buen rato que pasaron, la despedida se alargó. Siempre les pasa lo mismo, el tiempo se les hace poco y encuentran un motivo para volver a acercarse, para iniciar un nuevo tema de conversación o para volver a cogerse de las manos. 

En aquella ocasión lo que estiró el momento fue uno de esos abrazos que, como ellos ya han descubierto hace tiempo, también como regalo de vida, son la única cosa en el mundo que cuanto más apretado es, más alivio da.

En segundo lugar, pudieron recordar que los sueños, como la luna, tienen un sabor especial, en este caso, para ellos, el de los labios del otro. Para Agustín y Marta, el sabor de los sueños es el mismo que el de los besos apasionados de dos personas que se quieren con locura. Ellos. 

Gracias por leerme.