«Tan solo media luz»

Te imaginas que una luz te lleve a una historia para adulos.

Aquella luz encendida era la señal acordada. Sin hacer ruido abrí la cancela y entré. Como esperaba, la puerta de la vivienda también estaba abierta. Ella me esperaba en el umbral.

El abrazo con el que me recibió resultó cautivador, como aquellos que se daban en las películas antiguas. Hacían mucho tiempo que no nos veíamos a solas. La excusa de entregarme aquel papel era perfecta e inofensiva. La puerta se cerró.

Con la emoción del momento las llaves del coche se me cayeron al suelo y cuando me agaché para recogerlas, lo hice sin darme cuenta de que ella también lo hacía. Sin querer nos dimos un cabezazo por el que ambos caímos al suelo. Ella quedó sobre mi, con sus piernas abiertas sobre una de las mías.

Su blusa, medio abierta, mostró uno de sus pechos protegido por un precioso sujetador negro de encajes. Ella se dio cuenta de hacia dónde iba mi mirada. Lejos de apartarse sonrió y sus gruesos labios se abalanzaron sobre mi boca. No pude evitarlo.

Una de mis manos se apoderó de su pecho mientras la otra la asía por la nuca para evitar que se despegara de mi boca. Al mismo tiempo sus caderas empezaron a moverse sobre mi pierna. No costó nada desprendernos de nuestras ropas.

Allí mismo hicimos el amor. Cambiamos de posición constantemente; los dos queríamos dominar la situación y los dos queríamos ser dominados por la ocasión. Ambos jadeábamos desenfrenadamente sin poder decir una sola palabra hasta que alcanzamos el orgasmo casi a la vez. Al terminar, nos quedamos acostados sobre aquella alfombra durante unos minutos más, hasta que, por fin, reunimos las fuerzas necesarias para recuperar nuestras ropas y con ellas nuestras vidas.

Ahora cualquier excusa es buena para vernos a solas, tan solo tengo que esperar la señal, ver aquella luz encendida, para saber que está sola en casa y poder volver a abrazarla.

Gracias por leerme.

«Fanfic de Robinson Crusoe»

una gan historia sobre la complejidad humana, las relaciones…

(NOTA ACLARATORIA: El presente relato corresponde a la tercera semana de los «52 retos de escritura para el 2018» planteado por LITERUP, que puedes seguir en las redes sociales con el #52RetosLiterup. En este caso la condición a cumplir es: «Piensa en tu libro favorito e imagina un fanfic, pero con animales.» Podrás leer los otros relatos que he escrito si pinchas aquí).

Aquel bullicio le llamó mucho la atención. Protegido como estaba tras los matorrales, vio que en la que el consideraba su playa, acababan de desembarcar una treintena de peligrosas hormigas caníbales. Sus sospechas por la presencia puntual de otros seres en la isla se hacían realidad. además, aquel grupo, parecía estar dispuesto a comerse a los dos prisioneros que arrastraban.

Tras la muerte del primero, el otro, un ratón de piel oscura, ágiles patas y simpática naricilla, logró huir en su dirección. Sin saber muy bien el motivo, pues a Robison Crusoe, como al resto de los elefantes, los ratones le dan algo de miedo, decide ayudarlo.

Arma en mano y a pesar de contar con la desventaja numérica, pero con el poder de la sorpresa a su favor, se enfrenta a las hormigas caníbales, escachando a alguna de ellas con sus potentes patas y haciendo huir a las demás.

El agradecimiento del pequeño ratón es enorme, así que Robinson decide acogerlo como su criado, llamándolo Viernes, por ser el día en el que estaban.

Los días y meses pasan en la isla. Viernes, poco a poco, aprende a hablar, a comportarse, a cumplir sus tareas…, pero sobre todo, Robison empieza a valorarlo y a no tenerle miedo.

Gracias por leerme.

EL NIÑO PEQUEÑO

Una vez un niño pequeño fue a la escuela, era bastante pequeño y era una escuela muy grande, pero cuando el niño descubrió que podía entrar a su clase desde una puerta que daba al exterior estuvo feliz, y la escuela ya no le parecía tan grande.
Una mañana cuando había estado durante un tiempo en la escuela la maestra dijo: HOY VAMOS A HACER UN DIBUJO. –Que bien — pensó el niño, le gustaba hacer dibujos, podía hacerlos de todas clases: leones, tigres, pollos, vacas, trenes y barcos; sacó su caja de creyones y empezó a dibujar. Pero la maestra dijo: ¡No, Esperen!, aún no es tiempo de empezar, y esperó a que todos estuviesen listos. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores. ¡Que bien! Pensó el niño, le gustaba pintar flores y empezó a hacer flores muy bellas con sus creyones rojos, naranjas y azules. Pero la maestra dijo: ¡Yo les enseñaré como se hace, esperen! Y la flor era roja con el tallo verde, ahora, dijo la maestra, pueden empezar.
El niño miró la flor que había dibujado la maestra, y luego vio las que él había pintado, le gustaban más las suyas pero no lo dijo, solo volteó la hoja e hizo una flor como la de la maestra, era roja con el tallo verde.
Otro día la maestra dijo: – ¡Hoy vamos a hacer trabajos con plastilina!. ¡Que bien! Pensó el pequeño, le gustaba la plastilina, podía hacer toda clase de cosas con ella, víboras, hombres de nieve, ratones, carros, camiones, y empezó a estirar y revolver su bola de plastilina, pero la maestra dijo: ¡Esperen, aún es tiempo de empezar!, y espero a que todos estuviesen listos. Ahora, dijo la maestra, vamos a hacer un plato, ¡Qué bien!, pensó el niño, le gustaba hacer platos y comenzó a hacerlos de todas las formas y tamaños. Entonces la maestra dijo: ¡Esperen!, yo les enseñaré cómo y les mostró como hacer un plato llano. ¡Ahora ya pueden empezar!.
El pequeño miró el plato hecho por la maestra, luego vio los que el había formado; Le gustaban mas los suyos, pero no lo dijo. Solo revolvió otra vez la plastilina e hizo un plato como el de la maestra, era un plato llano.
Muy pronto el pequeño aprendió a esperar, a ver y a hacer cosas iguales a las de la maestra, y no hacia más cosas por su cuenta.
Luego sucedió que el niño y su familia se mudaron a otra casa en otra ciudad, y el pequeño tuvo que ir a otra escuela, esta escuela era más grande que la otra, y no había puerta del exterior a su salón, y el primer día que tuvo que ir ahí, la maestra dijo: ¡Hoy vamos a hacer un dibujo!. ¡Muy bien!, pensó el pequeño, y esperó a que la maestra le dijera como, pero la maestra no dijo nada, solo caminaba por la clase.
Cuando llego con él le dijo: ¿No quieres hacer el dibujo?, -Sí- contesto el pequeño, y pregunto: ¿qué vamos a hacer?, -No lo sabré hasta que lo hagas, dijo la maestra. ¿De Cualquier color?. -Cualquier color, – dijo la maestra- si todos hiciesen el mismo dibujo y usaran los mismos colores, ¿cómo sabría yo quien hizo que, y cual es cual?. No sé contesto el niño, y empezó a pintar una flor roja con el tallo verde.
Helen Bucklein

“Un cuento tibetano”

En un tiempo lejano decían que había un mar inmenso que cubría todo el planeta. Solo un pequeño trozo de tierra estaba fuera del alcance del mar y era allí donde vivían todos los animales, agrupados en manadas. Estos parajes eran de extraordinaria belleza y los seres vivían en armonía.

Pero un día, del fondo del mar, salió un enorme dragón. Su imagen era aterradora: tenía el cuerpo lleno de escamas y era de color blanco intenso. Tenía cinco cabezas, que no paraba de mover mirando a todos lados. La fuerza del monstruo era colosal y cada vez que se movía provocaba grandes olas en el mar y vientos huracanados. Cuando estos llegaban a tierra firme, devastaban todo cuanto se les ponía por delante, acabando con las praderas y bosques donde vivían los animales.

Estos ya no sabían qué hacer y estaban perdiendo las esperanzas cuando de repente en el cielo se formaron cinco nubes de múltiples colores que iban cambiando de forma sin parar. Estas formaron remolinos, que se concentraron transformándose en cinco hadas benéficas. Se llamaban Fushou, Quiyan, Shenhui, Guanyong y Shiren.

Las hadas hicieron frente al dragón y lograron detenerlo e inmovilizarlo en la playa. Cuando lo consiguieron, el mar se tranquilizó y el viento paró de soplar. Todos los seres vivos se postraron ante las hadas para agradecerles su ayuda y un portavoz se dirigió a ellas:
– Oh, hadas, nos habéis salvado del monstruo con vuestro inmenso poder. Os lo agradeceremos mucho. Por favor, seguid velando por nuestra seguridad a partir de ahora.

Las hadas accedieron a esta petición y decidieron hacerles un regalo. Ordenaron al mar que se retirara e hicieron aparecer en Oriente una frondosa selva. En Occidente aparecieron fértiles campos, que acababan al Sur en preciosos jardines llenos de flores multicolores. En el Norte, las estepas llegaban hasta donde alcanzaba la vista.

Para cumplir con la promesa que les habían hecho, y velar por los seres vivos del planeta, las cinco hadas se convirtieron en los cinco picos más altos del Himalaya, que en tibetano significa “Tierra de Hielo y Nieve”. El hada Fushou, se encargó del mantenimiento de la alegría y la longevidad; el hada Shenhui de velar por las tierras de labranza; el hada Gaunyong, fue la responsable de la prosperidad y riquezas en la tierra y el hada Shiren de proteger la actividad ganadera. Por último, el hada Quiyan, encargada de la sabiduría de todo lo que vive, se transformó en el pico más alto de todos, que aquí conocemos como Everest y que los nativos llaman el “Pico de la Diosa”. Por eso la leyenda dice que, mientras el mundo exista, las cinco hadas seguirán velando por el pueblo tibetano y por todos los seres vivos desde las alturas. «