
La llamada de la directora del colegio de mi hijo me extrañó mucho. Me citaba en su despacho para, según dejó dicho en el buzón de voz, `tratar asuntos relacionados con su educación´. ¿Qué habría ocurrido? Jamás me había llamado para una reunión así, aunque sí que, en muchas ocasiones, me había reunido con ella, ya que tengo la costumbre de colaborar con el cole en diversas actividades, nos habíamos tomado algún café en el bar de la esquina, compartido unas bromas en el hall de la entrada…
La reunión era para aquella misma tarde. Por supuesto, aplacé todas las citas que tenía y acudí.
La puerta de acceso estaba cerrada. La aporreé con los nudillos. Al momento apareció su silueta tras la puerta acristalada. No pude evitar fijarme en su escote por el que, sin duda, me gustaría perderme. `Que bien le queda ese vestido de flores´, pensé.
Abrió la puerta con una amplia sonrisa.
—Perdona, estoy sola en el cole y…, bueno, me da miedo tener la puerta abierta.
Su saludo vino acompañado de dos besos y un agradable abrazo.
—Pasa, que ganas tenía de verte —dijo mientras volvía a girar la llave para cerrar la puerta.
Aquella frase hizo que un cosquilleo recorriera todo mi cuerpo erizándome los vellos.
—Pues si te digo la verdad, yo también, además me parece muy erótico esto de que la directora del cole me llame a su despacho —contesté mientras giré para mirarla a la cara. Mis ojos volvieron a su escote—, y más si eres tú.
Se quedó parada. Ella no esperaba aquella respuesta. Yo tampoco. Simplemente salió de mi boca. Mis manos también fueron por su cuenta. La cogieron por la cintura. Ella no apartó ni un solo momento sus ojos. Facilitó el acercamiento.
El primer beso fue despacio, dubitativo, con ternura, apenas un leve roce de labios. Nada que ver con los siguientes. La pasión nos llevó a golpearnos de pared en pared mientras ella nos dirigía, a trompicones, hacia el sofá de la sala de espera. Nuestras manos no daban a basto para recorrer cada centímetro del cuerpo contrario al que, con tanto ánimo, nos habíamos aferrado. Su boca era ardiente, su lengua húmeda, su escote… Por fin me perdí en él.
Gracias por leerme.
Muy buen principio de novela erótica, «50 sombras del cole». Mientras leía buscaba el sofá, mira por dónde tenemos uno en el hall pero se ce desde la calle, me cachis pensé. Qué divertido!!!!
Jajaja pues ya sabes toca cambiar el sofá de sitio, que nunca se sabe lo que puede ocurrir.
Me acabas de sacar una sonrisa pícara. Que buena historia, sexy, atrevida,… y cómo no un escote. Para mi gusto te falto hablar de los zapatos esas armas de mujer, que si sabe usar los adecuados y caminar con ellos, con aplomo, no solo vemos a una mujer, vemos a una afrodita… Quiero toda la historia….
Tus tacones sabes que son únicos. Convócame a una reunión e igual te cuento como sigue.
Se me hizo corta amigo, por ahí puedes empezar tu próxima novela.
Sí. Parece que no es mal comienzo. Tendré que documentarme.
¡Qué suerte amigo!, en mi cole siempre hemos sido directores, y por más que me imagino, no consigo verte en ninguna cita, y si la hubiera, me pondría una armadura, ¡tú eres más peligroso que un bidet lleno de pirañas! Además, el vestido de flores, esperando por un prieto galán que no venía, lo vendí…
Como te comentan, buen inicio para un libro… mardito roedó.