
Pues al parecer la cosa hoy va de bolas; que por cierto viene bien en esta época del año.
Sin duda alguna escuchar que alguien te diga que te va a «coger por las bolas» es muy desagradable, aunque no pegue mucho con los supuestos buenos propósitos que empiezan a inundar el ambiente festivo que empezamos a tener a nuestro alrededor.
Una buena respuesta a ese comentario tan soez, que no pasará desapercibida y que probablemente genere un efecto belicoso por la otra parte, sería «no me toques las bolas». No es la idea de este relato esquinero de hoy.
Parece que hoy me estoy enredando las bolas. Puede incluso que pienses que «no doy pie con bola», ya que al parecer me está costando desenredar este ovillo, por no volver a decir bola, de lana en la que se esta convirtiendo este texto. Puede incluso que hasta me digas que eres tú quien está «hasta las bolas».
Para serte del todo sincero decirte que de las bolas que quiero hablar, no on de esas que se citan o insinúan en esas expresiones. Hoy te quiero nombrar las bolas de mi madre.
Si la conoces, crees que sabes a lo que me refiero, pero tampoco me refiero a esa bolas, sino lo que en verdad quiero resaltar es una de sus manualidades que, como decía al principio, tienen mucho que ver con estas fiestas.
El árbol de Navidad de mi casa está decorado con las bolas que hizo mi madre. cOn las que lleva haciendo ya unos cuantos años y de las que siempre nos regala alguna para ir aumentando la colección.
Hechas a mano, una a una, con cariño y precisión extrema, cada una de ellas es distinta a las otras; decorada con piedras, lazos, nudos o cualquier pequeño detalle que ha caído en sus manos durante todo este año. ¿No me digas que no es para «darle bola» y presumir de ello?
Pues ya plantado el árbol, con tanta bola y tanta coba, como verás sí que tenía que ver con esta época. ¿Como has decorado tu árbol? ¿Tienes alguna pequeña tradición al hacerlo? ¿Te apetece ver mis bolas?

Gracias por leerme.
Hermosa tradición y hermoso regalo de tu madre. Un regalo hecho desde el corazón, el amor de una madre y sus manos de artesana sabia. Sin duda el árbol mejor decorado del mundo ( ni el del Rockefeler Center le hace justicia). La mía, mi madre, lo decora cada Navidad para mi llegada ( siempre vuelvo a casa por Navidad). Y lo decora con esas bolas y adornos que acompañaron mi niñez. No están hechas a mano, pero la dulce mano de mi madre les otorga una magia especial. Gracias por despertar ese recuerdo. Gracias por escribir en tu esquina.¡ Felices fiestas!
Bellas bolas de mamá, tus bolas me llevan a aquellos tiempos en que todos, en casa, nos poníamos a la «belénfaena», lo mismo que al resto de los humanos, era el acontecimiento, pero era un día de mucha, mucha tela… Sobre todo en los tiempos en que todos, como los que más, regresábamos a casa por Navidad, tal y como el turrón. Pero eso fue hace mucho, demasiado tiempo. Hoy, casa uno, en la suya, monta ese belén… pero ya no sabe igual.
Gracias por tu post, me ha llevado casi a principios de este siglo, maridito roedó!