«Dos colgados»

─Entonces es martes, seguro, por lógica ─dijo el hombre apoyado sobre el alfeizar de la ventana mientras perdía su triste mirada en el horizonte.
─Pues no entiendo tu lógica ─contestó ella, regañada.
─¡Ya!, nunca lo haces. Siempre estás ahí, parada, mirando mi espalda y ni siquiera te molestas en usar el rabillo del ojo para observar lo que ocurre a nuestro alrededor.
─¿Qué nos puede importar a nosotros lo que ocurra ahí fuera?
─Imagino que poco, pero al menos sé en qué día estamos.
─Y eso, ¿de qué te sirve?, somos personajes de un cuadro, entiendes, un cuadro, no vivimos.

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