«El tatuaje que me gustaría tener colgado en el salón»

«El tatuaje que me gusta en el salón»
¡Esa espalda!

«Amor de madre», así rezaría el tatuaje de mi antebrazo derecho si yo hubiera sido legionario. En el izquierdo seguro que me hubiera plasmado el escudo del tercio en el que presté servicio. Nada de eso es real, aunque quizás —y lo dejo a la imaginación de quién hoy pasa por esta esquina— algún día comentaremos el tatoo de la nalga izquierda. Vamos que como siga así me hago toda una colección de tatuajes.

Lo sorprendente de esto, no es la gente que le apasiona y le gusta decorar su cuerpo con los tatuajes, lo que me tiene loco, desde hace un par de semanas que lo escuché por la radio, es la gente que se dedica a coleccionar la piel tatuada de personas ya fallecidas. 

¿Cómo se te quedó el cuerpo? A mi se me tatuó un signo de interrogación en todo el rostro que me ha llevado a investigar un poco más sobre el tema. ¿Te imaginas tener en tu salón, o en la cabecera de la cama, un cuadro con la piel tatuada de la espalda de un Yacuza? ¡Sería flipante! seguro que tu ligue le prestaría más atención que a ti.

Pues resulta que, esto que a mi me resulta tan estrambótico, ya lo hacía el japonés Fukushi Masaichi (1878-1956). Este buen señor, médico de profesión, era el propietario de la mayor colección mundial de tatuajes arrancados de cadáveres —en este enlace te dejo más información, que sé que eres…—. ¿Te imaginas cenar en la casa del buen doctor y cuando no hay nada de qué hablar él inicie la conversación diciendo: «Y dime querido, ¿llevas algún tatuaje?».

Por lo que parece, la extirpación de tatuajes a fallecidos era una práctica más habitual de lo que yo pudiera pensar. Hay más colecciones en museos e instituciones de varios países europeos.

También parece que en el ámbito de la marina mercante, muchos tripulantes de épocas ya pasadas, completamente analfabetos, que embarcaban de barco en barco, sin que sus propios compañeros conocieran su nombre de pila o su mote, era práctica habitual, cuando uno de ellos fallecía, que su cuerpo fuera lanzado al mar, pero no sin que antes el cocinero o el médico del barco cortase algún tatuaje o marca para poder llevarla a puerto, con el objeto de mostrarla y confirmar la identidad del fallecido.

Por todo ello, no se de qué me asombro. Esta visto que poseer una colección de tatuajes es algo normal.

Acabo de tomar la decisión de preparar una pared en mi casa, a fin de decorarla con los tatuajes que tengas a bien donarme. Tu ya sabes cual me gusta.

Gracias por leerme.

P.D: Te advierto que el tatuaje que me dejes en herencia, pienso envasarlo al vacío. Por aquello del tufillo.

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