«¡Suerte camarada!»

El
camarada Mahekeh estaba preparado. Lo habían sentado en el sillón de
mando de la nave, con el típico equipamiento de las misiones
espaciales de los años sesenta: Mono color gris brillante,
escafandra amplia y bien ajustada al cuello, anagrama del programa
Volstok en el pecho y la bandera de la Unión Soviética en su brazo
derecho.
    Con
sumo cuidado, los expertos técnicos colocaron y enchufaron los
cables, las cámaras y todos los instrumentos que monitorizarían al
gallardo, aunque algo silencioso, piloto durante el vuelo.
   Aquella
nave era la primera de su serie y estaba pensada para poder
investigar y desarrollar los futuros viajes tripulados al espacio.
     La
cuenta atrás se inició tal y como estaba previsto.
   Los
importantes asistentes, altos mandos militares y poderosos políticos, se
reunieron en la sala de mando. Uno de ellos comentó:
     ―El
piloto parece algo tenso. ¿Cuál es el motivo?
    Los
técnicos se miraron entre ellos esperando que alguno rompiera el
hielo y dijera la verdad.
     ―No
importa ―continuó sin
esperar la respuesta―,
se le concederán los más altos honores y, si esto sale bien, a
todos ustedes ―dijo
señalando orgulloso a los directores del programa―
se os dará todo lo que pidais. ¡Suerte camarada! ―entonces apretó el botón de ignición.
     Nadie
quiso llevarle la contraria. Lo prometido pesaba más. Ninguno le
dijo que el tenso piloto era, en realidad, un hierático maniquí.

5 comentarios en “«¡Suerte camarada!»

  1. CARMEN: Bueno, no he tenido el placer, pero si tu lo dices…. jajaja

    CUÑI: Y lo peor es que lo siguen pensando.

    LÓ: Eso es lo que buscaba. BIENVENIDA.

    JOSÉ GERARDO: y los sastres jajajaja

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