
No es la primera vez que recurro a una canción para anunciar mi regreso a esta esquina (aquí puedes encontrar otra de ellas). Espero volver a contar con tu compañía y, sobre todo, tus comentarios aquí o en las redes sociales que habitualmente utilizo para hacerte llegar mis escritos.
Para acompasar este regreso he elegido el que me parece el tango más bonito que he escuchado nunca y, por supuesto, de la voz del mas grande en esos cantares, Carlos Gardel (te dejo el enlace por si te apetece hacer como yo y ponerlo de fondo).
«Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron
con sus pálidos reflejos
hondas horas de dolor»
Este regreso viene marcado por, como no, la desinfección de esta esquina. Limpiar cosas de mi cabeza y preparar otras para intentar cumplir con mi compromiso, para conmigo mismo, de publicar unas lineas cada jueves. Y en esas estamos.
«Volver con la frente marchita
las nieves del tiempo platearon mi sien
sentir que es un soplo la vida
que veinte años no es nada.
Que febril la mirada, errante en las sombras
te busca y te nombra
vivir con el alma aferrada.
A un dulce recuerdo
Que lloro otra vez»
Los días de descanso ya quedaron atrás y ahora toca recuperar la rutina, en la medida que podamos. Hacerlo a ritmo de melancólico tango me parece una buena opción y esperar, como dice la canción:
«Pero el viajero que huye
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido, que todo destruye
haya matado mi vieja ilusión
guardo escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón»
Esperar a contar contigo, a que me leas, a que me digas ven, a sacar del corazón esa esperanza guardada de recuperarte tras leer estas lineas.
Gracias por leerme.
Gracias cartucho
El día que maese Carlos compuso tan magistral pieza musical, tango que refleja el destino de todos, no pensó en que tú, maese Guille, ibas a hacer uso tan propio de su letra, tonos y tiempo.
Y sí, aquí seguiremos, al pie de la lectura y en cabeza de respuestas y más comentarios, no te quepa, ni la menor, ni la mayor duda. ¡Claro, que…!, ahora desde minarete distinto, esto de la vida de la holganza definitiva, como decía Camilo, es una maravilla.
Pero…, tú sigue, no te pares, que jueves a jueves, andaré yo, mirando y leyendo para darte, entre roedó y roedó, mis opiniones. No te mando un beso, que igual te gusta, y luego…, pero sí un abrazo.