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Extraída, sin permiso, de San Google |
En realidad esto del amor no tenía ninguna lógica. O al menos eso pensó al oír aquel sermón.
El cura hablaba, sin sabida experiencia, pero con seguridad pasmosa, de la entrega incondicional de dos personas, la una a la otra, que aquel acto significada; del sacrificio de las necesidades personales, a favor de las del otro cónyuge; de la fidelidad; y de un montón de sentimientos relacionados todos con el sacramento del matrimonio, entremezclados con un juramento de entrega total «…en la salud y la enfermedad, en la riqueza y la pobreza…».
Los contrayentes escuchaban aquella retahíla y se miraban de soslayo ensimismados.
Los asistentes parecían felices, esperando expectantes la llegada del deseado sí, quiero. Todos menos una.
Ella estaba allí sin querer estar. Lo hacía porque su marido era amigo del novio. De vez en cuando sonreía y, mirando de reojo a su esposo, anhelaba el divorcio.
Jajajaja … Lo de tus finales es mucho ?
Bueno, a veces se me disparata un poco la cosa.
Después de toda la retahíla sacerdotil, a mi se me han quitado las ganas….
¡Ajú, si no lo digo… me da un yeyo!
Es que lo tuyo ya no está "pa yeyos", sino pa un pisco tranquilo y relajao, azocado del viento.
Y a qué espera! eso en otros tiempos era aquello de ajo y agua pero ahora… Lo que no cambia al paso del tiempo es que un señor que no sabe de nada en vida en pareja te large una charla absurda de la que no sabe nada ¿o si?
Besos de gofio.
Cierto, esperemos que ya les quede poco.