«Desde la cumbre»

Las botas que le llevaron ladera arriba son las mismas que tiene desde hace años. El aliento que le empujaba a seguir caminando era nuevo.
La cumbre se le había resistido, pero el premio valía la pena. Estaba dispuesta a enfrentarse a todo lo que se le venía encima. Sabía que no estaba sola, que contaba con el apoyo de todos los que le rodeaban y lo que era más importante, tenía su propia y poderosa fuerza interior.
Ahora, desde su posición, el mundo se rendía a sus pies. Sabía que la prudencia y la tranquilidad debían ser las características que dominaran su carácter en estos momentos tan importantes. Estaba orgullosa y llena de felicidad. Pero el camino es intrincado y lleno de peligros. Caminar, y más por estos senderos, siempre hay que hacerlo despacio, con calma, con los bastones bien apoyados y los pies pisando firmes las piedras del camino.
El camino de vuelta es largo así que recórrelo despacio. Disfruta de cada momento.

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