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Extraída de San Google |
La sirena cautiva vomita pulpos de siete patas en la taza del váter. Mientras esto ocurre, el enojado Octopus, rey de los cefalópodos, sentado en su trono de algas y corales, con la mirada puesta en tremendo espectáculo, tapa los ojos de sus seis descendientes, y de la reina. Con el otro rejo ordena a los asistentes, también asombrados y con los estómagos revueltos, no perder detalle de lo ocurre.
Todos saben que los regurgitados, y sobre todo el miembro que a cada uno de ellos le falta, han sido utilizados por ellas y, ante la falta de satisfacción, amputados.
La escena es asquerosa, rocambolesca, pero necesaria para que todos los habitantes del reino comprendan que las sirenas, esos adorables personajes marinos, en realidad, cuando tienen falta de sexo, se convierten en abominables criaturas. Alguien debería satisfacerlas. Pero ¿cómo?
¡No sé!, de ahora en adelante cuando vaya a la playita, andaremos con mil ojos… que no hay ocho patas ni que perder cuidado.
Y sobre todo no te alejes de la orilla, que hay mucho bicho suelto por esas profundidades. ¡Mardito roedó!
Xatamente…!!! roedos
Ufffff, ya me parecía a mí que las tías esas de la colista de pez, tan fascino y glamour osas escondían algo. JAJAJAJA, muy bueno.
CArmem
Ummmm me gusta tu forma de hablar, entre otras cosas, no pareces nada envidiosa jajajaja