
China está lejos. Muy lejos. Para Raul, China es inalcanzable. O al menos eso dice él, que hasta el momento, y que yo sepa, nunca ha programado visitar esos lares.
Por el contrario Ana es distinta. Ella sí ha visitado China, recorrido sus calles y descubierto la Gran muralla. En su momento le prometió una foto desde allí, ya que sabía, con total certeza, que cuando su sombra pisara sus primeros adoquines y su mirada levantara la vista, para perderse en su serpenteante figura, sus preciosos ojos verdes, esos que hacen que Raul pierda el tino, la llevarían a recordarlo, aún estando tan lejos, pero tan unidos a la vez.
Ana y Raul se conocieron por culpa del caprichoso destino, pero conectaron por eso hilo no visible que les hacía hacerse cómplices con una sola mirada que, de inmediato, acompañaban con un guiño, una broma, una risa. Entonces, algo cambió, aunque ambos siguieran enlazados, ella anunció su viaje, su viaje a China.
Fue él el que entonces la sorprendió, regalándole el primer sabor a fruta fresca de aquellas latitudes. Desde entonces Raul ve en la carne de los lichis, los jugosos labios de Ana prestándose a probar aquel manjar del sur de China. Ella recuerda el momento, se ruboriza y sonríe, echándolo de menos y, quizás, deseando que fueran los labios de él.
Ya hace unos meses que esto ocurrió. Él lo intentó le dijo que no fuera, que no lo dejara, que ya, si eso, él la llevaría… Como era de esperar Ana no hizo caso y se marchó, dejándolo atrás, mirándolo por el espejo retrovisor, pero con la promesa de que lo volvería a ver. China era solo un lugar, solo un viaje. El tiempo demostró que era un abandono.
Lo peor no son los kilómetros que le separan de China. Ella regresó y Raul intentó tirar del hilo que los unía para volver a reír junto a ella. Pero el hilo es largo, se enrolla, se anuda…, los aleja. La distancia realmente dolorosa, no es la que les separa de aquel país, sino la que le dificulta llegar a Ana y no porque ella esté lejos, sino porque, como ocurre con China, ella también levantó, en su momento, una muralla tras la que esconderse y que Raul ahora no puede traspasar. Para ello le hubiera hecho falta aquella foto que ella nunca le mandó.
Gracias por leerme.