
Parece mentira que después de tanto tiempo sin hacerlo mi hermano Juan nos haya vuelto a reunir para retomar la celebración de Los Finados.
Cuando la abuela Juana vivía, como era muy amante de las tradiciones, esta cita era obligatoria. Cada año convocaba, a toda la familia, la tarde del 1 de noviembre, en el patio de su casa. Allí asábamos castañas y comíamos higos pasados, queso… Todo ello bañado con vino dulce y anís.
Juan ahora vivía en la casa de la abuela. No hacia más de un mes que se había mudado y en su mensaje, nos decía que estaba seguro de que a la vieja Juana le hubiera gustado que nos reuniéramos todos allí, justo aquel día.
No faltó nadie a la convocatoria.
Cuando estábamos todos, los niños disfrazados por el Halloween y los mayores recordando historias de la casa, Juan hizo tintinear una copa y pidió que nos calláramos.
—¿Recuerdan cuando la abuela Juana nos reunía aquí para contarnos sus historias? —todos los hermanos asentimos a la vez que mirábamos el banco de obra en el que la vieja solía sentarse— Hoy estamos aquí por ella, por su recuerdo, y por todos los que ya no están. Ella me lo pidió.
En ese preciso momento todas la luces de la casa se apagaron. Nos sobresaltamos. Los niños gritaron y se agarraron a las faldas de sus madres.
La única luz que quedó encendida era la que proporciona la vela que, a modo de tenebrosa decoración, Juan había colocado junto a una calavera, justo en el lugar en el que se sentaba la vieja.
Todos vimos la sombra que proyectó. Sin duda aquella era la silueta de la abuela Juana, que, una vez más, se había acercado hasta el patio para asustar a los más pequeños.
Lo más sorprendente fueron las palabras de mi hermano.
—Lo ves abuela. Todos aquí. Tu tradición seguirá viva mientras tú nos acompañes.—En ese momento, la luz de la casa volvió. Ninguno de los presentes supo que decir, salvo Juan, que parecía tenerlo todo preparado—. ¡Por los finados!, ¡por la abuela! Por mantener la costumbre de reunirnos este día —dijo levantando la copa, para sellar un juramento a modo de brindis. En ese instante supimos que habíamos vendido nuestra alma para siempre.
Gracias por leerme.
PD. La noche de Los Finados «Los Finaos» es una tradición muy antigua de las Islas Canarias que ahora se mezcla con el Halloween. A mi modo de ver, ni malo ni bueno, es fruto de la globalización y la hiperconectividad a la que estamos sujetos.
Si quieres saber algo más busca en la agenda cultural hay un montón de actividades.Esta, del Museo de Historia y Antropología, está muy bien.
Si te apetece recordar alguna de mis fiestas de Halloween, aquí te dejo un enlace, aunque si busca en esta esquina alguna más descubrirás.
Me has llegado, juraito… y mi más sincero reconocimiento a ese Juan que es capaz de retomar y reencender una vieja tradición con la que muchos nos identificamos.
No tengo nada en contra de la otra «fiesta», pero nosotros estábamos primero. Podríamos pasarnos horas discutiéndolo, pero no me apetece, aparte me alegra que haya gente que sigue ahí… con castañas y anís.