
Le había dicho mil veces que siempre tendría la puerta de su casa abierta para ella. Le dejaba señales, le indicaba opciones, la invitaba a café o a estar un rato juntos. Nada de aquello surtía el efecto deseado. Uno de aquellos días le señaló el felpudo situado en la entrada, mostrándole el pequeño agujero dónde él había escondido una llave de la puerta de su casa. Ella podía usarla cada vez que quisiera.
Los días pasaban. Él se sentía nervioso, quería que ella se sintiera cómoda visitándolo y se preguntaba si ella simplemente había pasado por alto acudir a verlo. El tiempo se le hizo eterno mientras imaginaba diferentes motivos en su cabeza por los que ella ya no quería estar con él.
Finalmente, después de una semana dura de trabajo, desmotivado por el tiempo que llevaban sin estar juntos, agobiado por el día a día, y superado por el sentimiento de soledad, al abrir la puerta de su casa, se encontró con un escenario que bien podría estar sacado de uno de sus propios sueños.
El salón estaba decorado con velas, la mesa central tenía colocado su mantel favorito y una botella de vino, acompañada por dos copas, que la presidían,
Una música suave –aquella famosa lista de Spotify que a ambos les gustaba – llenaba el aire, y en el centro de la sala, estaba ella, preciosa, como siempre, con esa radiante sonrisa que a él tanto le cautivaba.
Se acercó a ella, sin palabras, no hacían falta, para abrazarla con fuerza. La emoción y el amor llenaron la habitación mientras los dos se miraban a los ojos. Se besaron.
En ese momento, ambos confirmaron lo que ya sabían, que su amor era especial, que era distinto a todos los demás.
La llave bajo el felpudo no solo había abierto la puerta de su apartamento, sino también la de sus propios corazones. Había aprendido la importancia de tomar riesgos y de confiar el uno en el otro.
El tiempo les llevó a continuar con su historia de amor. Cada vez que podían buscaban la manera de sorprenderse el uno al otro, pues aquella era la chispa que los unía.
A partir de aquel encuentro, siempre recordaron aquel momento mágico en el que una llave bajo el felpudo abrió las puertas hacia su amor inquebrantable.
Gracias por leerme.