Guayota bramaba. Estaba enfadado. La tierra tembló como no lo había hecho hasta el momento. Una poderosa lengua de fuego surgió desde las profundidades. El largo río de fuego y lava vomitado corrió ladera abajo destruyendo todo a su paso. La tierra se partió.
Naira sintió el temblor bajo sus pies. No temió por ella, pero sus pensamientos, en un instante, viajaron con sus ojos a la búsqueda de Airam.
Apenas tuvo tiempo de verlo. Justo en el momento en el que ella miraba a lo alto de la cima, donde su amado velaba por el ganado, la tierra se abrió y el muchacho cayó en la cicatriz que el dios de las profundidades había abierto. Era el castigo por haberlo despreciado.
La muchacha corrió al lugar. La carcajada vengativa de Guayota, se sintió en todas las islas. Aquel ser se vengaba de la más bella muchacha por un amor no correspondido.
Las lágrimas de la chica manaban de sus ojos y caían en la cima abierta en el suelo, suplicando por la vida de su amado. Nada pudo hacer.
Cuando pasó el peligro otras mujeres fueron en su consuelo. Ellas tampoco lograron apaciguar el doloroso llanto de la chica. Este era tan fuerte, y tan desgarrado, que hasta el propio Guayota sintió pena y se arrepintió de lo que había hecho. Pero ya no podía dar marcha atrás.
Naira jamás volvió a ver a su amado, pese a que iba cada día a llorarle, a suplicar al gran ser que vivía en las profundidades de la tierra que le devolviera la libertad, que se lo entregara de nuevo.
Con el tiempo, la ayuda de la lava, el sol, y cuentan que las lágrimas que cada día la muchacha dejaba caer en aquel agujero, creció un hermoso y fornido cedro en el que todos dicían reconocer las facciones de Airam.
Naira no está segura de que sea él, pero al menos, reconoce que, si es así, el muchacho logró hacer honor a su nombre y consiguió la tan ansiada libertad, en su propia tierra.
CIDEMAT. Un día cualquiera. Foto hecha con mi móvil.
Hay días en los que parece que mi manera de pensar va a contracorriente, proa al viento, y, por lo tanto frenado, expectante, abarloado, con mis velas flameando y sin posibilidad de trazar un nuevo rumbo.
Me quedo parado, sentado en mi borda, observando los catavientos y dando toques de arribada a mi timón, para ampliar el ángulo de la proa y lograr salir de esta situación. Pero hay maniobras que el viento no te deja hacer y si ese viento lo manejan otros…, peor.
Después de muchos años sin vivir la sensación alucinante que es sacar mi cuerpo por la borda, para compensar la escora del barco, por efecto del viento contra mis velas cazadas, hace algo menos de un año, volví a esa vieja afición que mamé de pequeño, quizás por tener un padre marino, y que continúe fresca en la Universidad, de salir a navegar en barco de vela ligera —si no lo recuerdas, en este enlace, te contaba uno de esos días—. Ahora parece que, de repente, y resguardados tras los despachos, se aprovecha el momento para decretar el cierre de la instalación.
No me cabe la menor duda de que los momentos son difíciles, pero también tengo la completa seguridad de que vivimos en una isla que vive de espaldas al mar. ¿Cómo es esto posible?
Tras 30 años el CIDEMAT (Centro de Insular de Deportes Marinos de Tenerife). cierra sus puertas según dicen por deterioro de sus instalaciones. Una vez más como ocurre con las carreteras, los montes, las piscinas o las playas de nuestra isla nuestro Cabildo nos muestra su incapacidad para gestionar, mantener y aprovechar los recursos.
Es cierto que las instalaciones están mal conservadas, pero lo están por falta de planificación. Los que asistimos vemos como, día a día, las barandillas se oxidan —efecto lógico al estar en contacto con el mar—, o que la rampa que da acceso al mar se estropea con su uso. También será muy cierto que las bases del edificio están muy deterioradas por el efecto de las olas contra ellas…. Pero para eso está la planificación. Estos fallos no es ayer para hoy. Lleva tiempo así. Son treinta años de edificación.
La instalación cuenta con casi 500m cuadrados, donde lo más importante es la rampa que posibilita el descenso de los barcos al mar, la grúa y la solana que permite envergar los barcos, así como su posterior lavado…
¿De verdad que esto hay que hacerlo así? Otra vez falta de previsión. Hablan de un nuevo proyecto, pero ya me imagino que será como el de la Piscina Municipal de Puerto de la Cruz, ¿se acuerdan? Pues sigue igual de abandonada.
Abogo por racionalizar el cierre, por reunirse con todos los clubes y usuarios que ahora dejan en la estacada, sin otra opción. Abogo por permitir el uso de una parte, mientras se soluciona la otra o se ofrecen alternativas. Abogo por que los responsables asuman sus responsabilidades y ofrezca an soluciones, ya que esto es por culpa de ustedes, Equipo de Gobierno del Cabildo, que son los que llevan el encargo de gestionar los recursos de la isla.
En mi modo de pensar no cabe una isla que vive de espaldas al mar. Debería de existir un CIDEMAT en cada municipio, o, al menos, la posibilidad de usarlos; deberíamos vivir en una idea dónde los deportes náuticos, y de contacto con la naturaleza, estuvieran mimados, potenciados, pues son ellos los que dan valor a nuestra isla, a nuestro paisaje, a nuestra naturaleza ofertando no solo puestos de trabajo y posibilidades de negocio sino salud y bienestar a nuestros ciudadanos.
Pero quizás esta es solo mi forma de pensar, señal de que la sal y el viento están haciendo mella en mi cabeza. Conseguir una buena ceñida, trazar un rumbo que pueda mantener y dejar atrás las malas aguas es lo que persigue todo marino, aunque sea uno de agua dulce como yo.
Gracias por leerme.
PD. En www.change.org tienes una propuesta que puedes firmar en contra de este cierre. Compartir esta publicación, si estás de acuerdo, quizás también ayude.
¿Puede nuestra tierra contener el sabor de un beso?
Hoy es uno de esos días en los que mis labios saben a beso. Pero la de hoy es una sensación distinta, no es la de un beso normal, no es la que conoces, la que tienes cuando recibes el húmedo calor de otros labios.
Lo que siento reseca mis labios, sabe a salitre, a sol y a tierra. Trae a mi boca sabores de nuestra tierra.
Con la vista que tengo desde mi ventana, mis ojos viajan, envueltos en el fino manto de nubes que generan los Alisios, desde las enfurecidas aguas de la costa norte hasta lo más alto de nuestro padre Teide.
El viaje es sosegado, acunado primero por los aromas de los Cardones y Tabaibas de la costa que, en la ascensión, ladera de Tigaiga arriba, se mixtura con la gentil presencia de Dragos y Palmeras, hasta poder mezclarse con la delgada figura de los pinos.
Al ganar altura, el sabor de mis labios se endulza ante la esperanza de contemplar Magarzas, la insuperable belleza de los Tajinastes y la inesperada presencia de las delicadas Violetas del Teide.
Hoy, mi boca se llena de aromas silvestres, de ganas de disfrutar de nuestra naturaleza, de recuerdos y deseos de compartir contigo nuestra tierra y nuestros sueños.
El sabor y los distintos aromas de estas islas, pequeñas pero llenas de vida y energía, mucho se parecen a nuestra existencia. Es capaz de llenar los espacios, a veces vacíos de besos, en los que vivimos, separados por las propias distancias, para superar las dificultades que la vida nos plantea.
Nuestras islas, nuestra tierra, llena de rincones mágicos y lugares increíbles, es como un beso que sabe distinto según el lugar o quién lo de.
Al pensar en Canarias, como al pensar en ti, mi boca se llena de besos no dados y, por supuesto, de ganas de darlos.