
Solo mirar este ascensor, tiemblo.
¿Sientes claustrofobia? ¿Alguna vez te has quedado encerrado o encerrada en un ascensor? ¿Qué es lo que te pasa en una situación así? ¿Te encerrarías conmigo en un ascensor?
Te confieso que tengo pánico a quedarme encerrado en uno. En situaciones normales subo y bajo las escaleras, las veces que hagan falta y los pisos que hagan falta, no me importa.
Como en todo, siempre hay una excepción. A primera hora de la mañana, cuando llego al trabajo y aparcamos el coche, en la planta menos dos, como reconozco que no tengo fuerzas para subir andando hasta la zona en la que tenemos el fichaje, me monto en él, eso sí, miro de reojo las luces del tablero de mando. Después sí que subo hasta la cuarta planta, a pata.
Intentar describir lo que siento en una crisis de claustrofobia no es fácil. Veamos:
«Cuando me he quedado encerrado mi cuerpo empieza a sentir un pequeño sudor, que va mojando mi frente. La respiración empieza a entrecortarse y parece que se me cierra la garganta, impidiendo la entrada de aire. El sudor continua espalda abajo y eriza mi vello. Mi mente se obnubila y soy incapaz de razonar. Las contracciones musculares se hacen visibles y no puedo parar de moverme. La respiración se acelera. El corazón cada vez palpita con más ritmo. Al principio, poco a poco, intentando mantener la compostura, me quito la chaqueta, me remango las mangas de la camisa…; después, con avidez, desabrocho los botones que me oprimen y el jadeo empieza a hacer su presencia. Mis manos no paran de tocar. Me descontrolo. Recuerdo chillar, aullar, gemir y, por último…».
¡Ups! yo quería hablar de las sensaciones de la claustrofobia, pero al parecer, las mentes sucias que están leyendo esto, despacio y en voz alta, están pensando en otra cosa.
Gracias por leerme.
Tampoco te pases, que has descrito perfectamente los síntomas de la claustrofobia; lo de los botones si me despisto.
No sabes el tipo de gente que pasa por esta esquina. Hay pa too, como en botica.
Jajajaja. Pues si, me quedé pensando en otra cosa. Tanto jadeo, desabrocho de botones, palpitaciones…pueeees si, no me importaría quedarme encerrada contigo en el ascensor.
Lo sabía, para todo hay, siempre, una primera vez…
¡Oye!, no sé a qué se me parece tu claustrofobia… ¿será a otra claustrofobia igual? o igual ni es lo que se pensaba…
¡Hala!, date una duchita de agua fría e inténtalo de nuevo, mardito entre mardito.
Jajaja La claustro-fobia a la que te refieres ya la tenemos casi superada aunque gracias a las duchas d agua fría, tras sus celebraciones.