
No es mi estilo hablar de política, ni de religión —aunque a veces lo haga—, pero en esta ocasión, que las dos confluyen, en forma de campaña electoral y Semana Santa, y entendiendo que ambas tienen ciertas similitudes, encomiendo a lo más divino a ver qué pasa.
Una de las semejanzas es fácil de deducir. Los políticos, al igual que cofrades y curas, andan de procesión en procesión, de rezado en rezado, en busca de adeptos, de demostrar su poder, de compartir sus creencias. Unos se ponen sus capirotes, a fin de estilizar sus figuras —Si quieres saber algo más de sus significado pincha aquí—, mientras que los representantes políticos, para la misma finalidad, son capaces de hacer todo tipo de gilipolleces —saltar a la comba, tocar el bajo en televisión, subirse a un tractor…— y de ponerse cualquier indumentaria para demostrar lo «chachis» que son prometiendo todo lo inimaginable con tal de intentar asegurarse su escaño.
Esto me recuerda, aprovechando que estamos en Semana Santa, una vieja parábola electoral:
Durante una campaña electoral ocurre la muerte de un prestigioso político. Como era de esperar, a la puerta del cielo, San Pedro lo recibe y, viendo su profesión, le ofrece pasar un día en el Infierno y otro en el Paraíso, para que después elija dónde quedarse por toda la eternidad. El político acepta el trato El Infierno se le presenta como un enorme campo, en el que se está celebrando una fantástica barbacoa, música, lleno de hombres y mujeres que se lo pasan de maravilla… El Diablo es una anfitrión fantástico. En el Paraíso también se lo pasa bien; salta de una nube a otra, toca el arpa, ríe…, pero siente que le falta algo. Así pues, elige, el Infierno.
Cuando San Pedro lo lleva hasta el fondo del abismo, las cosas no son como se le habían mostrado, y aquel campo verde es en realidad un depósito de basura y los hombres y mujeres que antes disfrutaban y bailaban, ahora vagan por el inframundo.
—No entiendo, ¿qué pasa? —dice el político contrariado—, esto no es lo que me habían enseñado.
El Diablo, sonriendo, contestó:
—Ayer estábamos en campaña electoral. Hoy… ya votaste por nosotros.
Así que, ya sea en procesiones, en el campo o en la playa, te recomiendo que medites bien, que aproveches estas vacaciones para reflexionar y pensar si lo que nos están vendiendo es humo de cirio o de realidad. Que cada uno decida sus pasos, que al final, las mayores procesiones, son las que van por dentro.
Gracias por leerme.