«La leyenda de Naira y Airam»

«La leyenda de Naira y Airam»
Hay historias que jamás se han contado.

Guayota bramaba. Estaba enfadado. La tierra tembló como no lo había hecho hasta el momento. Una poderosa lengua de fuego surgió desde las profundidades. El largo río de fuego y lava vomitado corrió ladera abajo destruyendo todo a su paso. La tierra se partió. 

Naira sintió el temblor bajo sus pies. No temió por ella, pero sus pensamientos, en un instante, viajaron con sus ojos a la búsqueda de Airam. 

Apenas tuvo tiempo de verlo. Justo en el momento en el que ella miraba a lo alto de la cima, donde su amado velaba por el ganado, la tierra se abrió y el muchacho cayó en la cicatriz que el dios de las profundidades había abierto. Era el castigo por haberlo despreciado. 

La muchacha corrió al lugar. La carcajada vengativa de Guayota, se sintió en todas las islas. Aquel ser se vengaba de la más bella muchacha por un amor no correspondido. 

Las lágrimas de la chica manaban de sus ojos y caían en la cima abierta en el suelo, suplicando por la vida de su amado. Nada pudo hacer. 

Cuando pasó el peligro otras mujeres fueron en su consuelo. Ellas tampoco lograron apaciguar el doloroso llanto de la chica. Este era tan fuerte, y tan desgarrado, que hasta el propio Guayota sintió pena y se arrepintió de lo que había hecho. Pero ya no podía dar marcha atrás. 

Naira jamás volvió a ver a su amado, pese a que iba cada día a llorarle, a suplicar al gran ser que vivía en las profundidades de la tierra que le devolviera la libertad, que se lo entregara de nuevo.

Con el tiempo, la ayuda de la lava, el sol, y cuentan que las lágrimas que cada día la muchacha dejaba caer en aquel agujero, creció un hermoso y fornido cedro en el que todos dicían reconocer las facciones de Airam.

Naira no está segura de que sea él, pero al menos, reconoce que, si es así, el muchacho logró hacer honor a su nombre y consiguió la tan ansiada libertad, en su propia tierra. 

FELIZ DÍA DE CANARIAS. 

Gracias por leerme.