«In memoriam. Carlos Ruiz Zafón»

«In memoriam. Carlos Ruiz Zafón»
En memoria de un gran escritor.

Unas pequeñas gotas caían sobre su rostro. Contempló su cara en el espejo y puedo comprobar que ya no era «El príncipe de la niebla» que en otros tiempos había sido. 

Hacía algún tiempo que se había mudado del que llamaba «El palacio de la medianoche», aquel que había sido su hogar durante tanto tiempo. Su reflejo le devolvió el misterio que las pesadas sombras le atacaban por las noches, pero también, como un pequeño reflejo en la memoria le indicó «Las luces de septiembre», las que siempre le devolvían a los brazos de su «Marina».

En aquel juego, el vaho dejó entrever «La sombra del viento», la que, sin duda, le había brindado la posibilidad de participar en «El juego del ángel», como si de «El prisionero del cielo» se tratara.

Cuando el vestigio de la humedad de la ducha empezó a desaparecer, ausente, comenzó a dibujar con su dedo, sobre la superficie del espejo, el «El laberinto de los espíritus», donde, con el ritual de la «Rosa de fuego», sin duda, podría encontrar a «El Príncipe de Parnaso», que le devolvería el poder necesario para volver a ser quién era.

Una vez terminada la ducha y desaparecidas las alucinaciones, «La mujer de vapor», como le gustaba llamarse, dejó atrás aquellas ensoñaciones, respiró profundamente y se enfundó en su traje de madre, esposa y…, para volar a ser la que se esperaba que fuera.

Gracias por leerme.

PD. Tal y como hice cuando falleció Delibes, o Eduardo Punset, o Juan Goytisolo, hoy he jugado con los títulos de las obras de CARLOS RUIZ ZAFÓN, con el que tantas horas pasé leyendo. Ahora te toca a ti leer su obra. Espero que la disfrutes como yo lo he hecho. DEP.

«Soledad a días alternos»

Un sillón puede marcar una historia.

Sin saber muy bien el motivo se quedó parado en el centro del pequeño apartamento. Su mirada apuntó al destartalado asiento. 

Desde la pequeña distancia observó y recorrió el contorno de la única silueta que lucía el sillón, la suya propia.

Aquella estaba dibujada por el desgaste de la tela, al sentarse siempre en el mismo lugar. Contemplarla así, acompañado solo del sonido sordo de las cuatro paredes, le indicaba el día en el que estaba.

Tras la separación su hijo le visitaba a días alternos. Era cuando el pequeño llenaba de risas y fiesta la casa, y su alterna vida. Hoy no era uno de esos.

El eco del tic-tac del reloj le percutía la cabeza. El silencio le martilleaba el alma. Estaba solo. Se sentía solo.

Necesitaba encontrar una persona que le cambiara la vida, con la que compartir aquel sofá. Aunque solo fuera a días alternos.

Gracias por leerme.

«Tu escote apresa mi mirada»

«Tu escote apresa mi mirada»
Hay escotes pensados para…

La llamada de la directora del colegio de mi hijo me extrañó mucho. Me citaba en su despacho para, según dejó dicho en el buzón de voz, `tratar asuntos relacionados con su educación´. ¿Qué habría ocurrido? Jamás me había llamado para una reunión así, aunque sí que, en muchas ocasiones, me había reunido con ella, ya que tengo la costumbre de colaborar con el cole en diversas actividades, nos habíamos tomado algún café en el bar de la esquina, compartido unas bromas en el hall de la entrada…

La reunión era para aquella misma tarde. Por supuesto, aplacé todas las citas que tenía y acudí.

La puerta de acceso estaba cerrada. La aporreé con los nudillos. Al momento apareció su silueta tras la puerta acristalada. No pude evitar fijarme en su escote por el que, sin duda, me gustaría perderme. `Que bien le queda ese vestido de flores´, pensé.

Abrió la puerta con una amplia sonrisa.

—Perdona, estoy sola en el cole y…, bueno, me da miedo tener la puerta abierta. 

Su saludo vino acompañado de dos besos y un agradable abrazo.

—Pasa, que ganas tenía de verte —dijo mientras volvía a girar la llave para cerrar la puerta.

Aquella frase hizo que un cosquilleo recorriera todo mi cuerpo erizándome los vellos. 

—Pues si te digo la verdad, yo también, además me parece muy erótico esto de que la directora del cole me llame a su despacho —contesté mientras giré para mirarla a la cara. Mis ojos volvieron a su escote—, y más si eres tú.

Se quedó parada. Ella no esperaba aquella respuesta. Yo tampoco. Simplemente salió de mi boca. Mis manos también fueron por su cuenta. La cogieron por la cintura. Ella no apartó ni un solo momento sus ojos. Facilitó el acercamiento. 

El primer beso fue despacio, dubitativo, con ternura, apenas un leve roce de labios. Nada que ver con los siguientes. La pasión nos llevó a golpearnos de pared en pared mientras ella nos dirigía, a trompicones, hacia el sofá de la sala de espera. Nuestras manos no daban a basto para recorrer cada centímetro del cuerpo contrario al que, con tanto ánimo, nos habíamos aferrado. Su boca era ardiente, su lengua húmeda, su escote… Por fin me perdí en él.

Gracias por leerme. 

«MISTERIO ENTRE MUROS»

«MISTERIO ENTRE MUROS»
Cada casa tiene su historia y tras sus muros…

Estoy seguro de que cada uno de nosotros espera tener en su casa un lugar de paz, un refugio al que llegar y poder descansar, amar, estar y esconder nuestras pequeñas y, a veces, misteriosas historias. Pero no todas las casas son así.

Ahora que estás de paseo por esta esquina descubrirás que no estoy a tu lado. Hoy toca presentar esta recopilación de leyendas, algunas de fantasmas, otras de pequeños misterios, otras de…

Esas historias misteriosas que cada uno de nosotros vive en nuestras casas, me han llevado a colaborar, junto a otros autores y autoras, y con la, como siempre, gran coordinación de DIEGO PUN EDICIONES, en un nuevo número de su colección LEYENDAS CANARIAS.

MISTERIO ENTRE MUROS, es una nueva apuesta de esta editorial por la cultura de nuestras islas, por las historias que vivimos, a veces a escondidas tras las puertas de nuestras casas.

«Los muros encierran historias. Tras las ventanas se ocultan personajes. Todas las casas están hechas de palabras. Algunas han construido relatos de misterio, de amores, de pasiones, de seres humanos extraordinarios y fantásticos. En este libro te ofrecemos esas leyendas que han viajado durante siglos, de generación en generación.»

En este libro puedes encontrar dos relatos míos, que espero sean de tu agrado y que, al menos, sirvan para sospechar de que, no todas las casas que nos rodean son lugares normales.

En «La casa del miedo» te cuento la historia de una casa situada en la Santacrucera calle de La Noria, donde sus antiguos habitantes tuvieron una genial idea para deshacerse de los molestos niños que los incordiaban. Aun recuerdo, siendo yo niño, como cambiábamos de acera cuando pasábamos por delante. Ya sabes, por si acaso.

En «La mansión de los Winter», vuelvo a Fuerteventura, tras veinte años de haberme marchado, para narrar la que, probablemente, sea su casa y leyenda más conocida, impregnada de misterio, secretos y medias verdades. Un gran caserón, perdido en el sur, en el que cuentan que…

Muchas gracias a Diego Pun Ediciones, por confiar en mi.

¿Te lo vas a perder? Yo creo que no.

Gracias por leerme.

«Breve tratado sobre El Carajo. Un buen lugar donde reencontrarnos»

«Breve tratado sobre el carajo. Un buen lugar donde reencontrarnos»
¡Al carajo! Dicen eso y te mandan para allá arriba.

Espero que alguna vez te hayan mandado al carajo. Si no es así no tiene sentido que hoy pases por esta esquina. Igual te mando yo. Mira que últimamente tengo cierta facilidad. 

Pero, ya que te quedas, porque la curiosidad te pica, te cuento. El carajo y yo somos grandes conocidos. He estado de visita muchas veces. No me importa reconocerlo; pero también han sido muchas las ocasiones en las que he aumentado la población de tan, en principio, poco coqueto sitio. Una de ellas muy recientemente. Ayer.

Al parecer hay una pequeña teoría —y así puedes descubrirlo si navegas un poco por internet— que pretende situar el origen de «el carajo» en lo más alto del palo mayor de los barcos de vela. De esta manera, «el carajo» se convertiría en sinónimo de «cofa», es decir, el lugar en el que se colocaban los vigías en los antiguos navíos. Pero este aspecto no está recogido por el Diccionario de la Real Academia de la lengua y, tampoco aparece en el Diccionario marítimo de la Armada Española.  

Visto así, la definición de carajo está más encaminada a expresar el rechazo que se tiene por una persona, una idea, un comentario…, que a un sitio físico.

Aún de esta manera, y creo que puedes estar de acuerdo conmigo, «el carajo», parece tener longitud y latitud, aunque no con coordinadas exactas. Cuando mandamos a alguien al carajo, sabemos perfectamente dónde lo enviamos. Queremos perderlo de vista, alejarlo de nuestro campo visual, al menos por una temporada. Ya veremos si lo dejamos o no regresar.

Es por todo ello que «el carajo» debe, como manifestaba al comienzo, de no ser un lugar tan despreciable. Al fin y al cabo, hay mucha gente por allí y, aunque habrá de todo, y para todos los gustos, sin duda se deben de montar buenas parrandas, entre las gilipolleces que suelta una, las perogrulladas del otro y el pifostio —vale aún no está en el diccionario, pero sí se reconoce como término coloquial—, que entre todos organizan.

En fin, que me voy ya «pal carajo», antes de que empieces a reclamarme para que entre en detalle sobre la acepción que también le da la RAE —y por cierto en primer lugar— como término para definir el miembro viril.

¿Has mandado mucha gente al carajo? ¿Te han mandado alguna vez? ¿A que sienta bien mandar a alguien al carajo? 

Gracias por leerme.

«La magia de un día de Reyes»

«La magia de un día de Reyes»
Magia siempre presente.

Las princesas duermen tranquilas hasta que la luz de las estrellas les abren los ojos y pueden empezar a soñar. A compartir su magia.

Esa es la sensación que tuve cuando, el día de Reyes, mi princesa, la pequeña de la casa, la enana…, mi niña, nos sorprendió a todos sacando de la manga, como si de una experta prestidigitadora se tratase, un sobre de regalo para cada uno. En sus ojos estaba ese refulgir característico de la emoción. 

Hasta ahora los Reyes Magos seguían en su trono. Los secretos, las palabras conspiradoras, las señas…, todo se mantenía igual., cuando se acercaba la fecha. Todos creímos que la magia, se mantenía oculta dentro de su botella de cristal, esperando a ser abierta para sorprender, un año mas, a cada uno de la familia.

Fue ella la que este año nos sorprendió a todos, con su entereza, con su sonrisa complice y con sus ganas de compartir la magia que durante todos estos años aprendió. Ahora la utiliza en su favor para mantener la tradición de esta fabulosa noche.

Mi sobre, mi regalo, de color rojo, como el rojo fuego que emana de su gran y potente corazón, o el de los colores que acudieron a matizar y dar vida a sus mofletes, guardaba una frase, que, si me lo permites, me la quedo para mi. Solo te cuento de que, en pocas palabras, expresó todo el amor que lleva dentro, todo el amor que sentimos el uno por el otro. 

No lo pude evitar. Las lágrimas corrieron por mi cara, al igual que ahora que te lo cuento, como el agua de los riachuelos, ladera abajo, dejando ese pequeño surco y la sonrisa de la tierra cuando el líquido elemento esperado llega.

La niña ya no es tan niña. Crece pero con la magia enseñada y con la ilusión de que mantener este bello juego, regalando unas palabras de afecto, es expresar amor y sinceridad a las personas que te rodean.

Gracias por leerme.  

«Por una cadena en el tobillo»

Por disfrutar de una cadena en el tobillo soy capaz de cualquier cosa.

Lo deseó desde el mismo momento en el que la vio doblar la pierna y lucir aquella cadena en el tobillo. 

Ella era nueva en el grupo, esta era la segunda o tercera vez que salía con ellos. Desde el primer momento a él le gustaban sus ojos, su risa, su saber estar…, pero aquel día… Todo se agitó. Era cierto que tenía cierto fetichismo por los tobillos. Cuando estos estaban decorados con algún tatuaje o una cadena como aquella su deseo se incrementaba.

Ella debió notar algo, pues en varias ocasiones lo rozó, como dándole pequeñas patadas llamando su atención. Sin duda lo había conseguido. 

Como las cervezas se habían acabado él se ofreció a bajar al 24 horas. Ella se ofreció voluntaria en acompañarlo. Los silbidos, bromas y alientos, del resto del grupo, los acompañaron hasta la puerta. Todos habían notado que algo se estaba gestando entre estos dos.

El ascensor se les hizo pequeño cuando ella, sin previo aviso, levantó su pierna mostrando el tobillo.

—No has parado de mirarla.

Él se ruborizó. 

—¿Te gusta? —dijo ella mientras la acariciaba con su mano, manteniendo la postura de yoga que había asumido.

Él asintió.

—¿Quieres tocarla?

No pudo resistirse. La agarró del muslo, permitiendo que la pierna de ella lo rodeara y aprisionara. Dejó que se lo comiera a besos. Era lo que más deseaba en aquel momento. Aunque su mano no alcanzara a rozar aquel tobillo. Sabía que estaba allí y eso solo hacía la situación aún más excitante.

El ascensor llegó al garaje. en cuanto la puerta se abrió fueron dando tumbos de un lado a otro de la pared hasta que lograron llegar al coche. 

Una vez dentro del habitáculo todo lo puesto sobró. Todo, salvo la pequeña cadena que decoraba aquel tobillo y que por fin el pudo acariciar, besar, chupar, manosear… Y hasta hoy, soñar.

Gracias por leerme.

«Celebrando cincuenta años de matrimonio»

¡Cincuenta años juntos!, ¿Te lo puedes creer? ¡Cincuenta años aguantándose!, porque vamos a ser sinceros, que mi madre aguante a mi padre y mi padre la aguante a ella, durante tantos años, tiene guasa. Pero ahí están, contentos y felices tras celebrar esas bodas de oro. Con su correspondiente minuto de silencio.

Toda la familia nos vimos sorprendidos con una escapada de hotel —con tabla de quesos y fruta y vino en las habitaciones—, cena —con croquetas—, desayuno —abundante, de hotel—, cervezas a media mañana —con sus frutitos secos, papitas…—, almuerzo… Como siempre, en cada una de las comidas la frase de mi madre sigue siendo «Si tienen hambre pedimos más». Con razón llevan cincuenta los juntos. Ella solo piensa en la comida y él parece una paloma, picoteando de todo…

Ya te puedes imaginar la mesa, con su griterío, sus risas, los niños correteando…. todo un lujo. La familia Adams al completo: los dos cabeza de familia, los cuatro hijos, los «piojos pegados» y por supuesto los cinco nietos, los más importantes. ¡Menudo gallinero! —casi tanto como la de aquella ocasión y que te recuerdo pinchando aquí—.

Hay días que son para el recuerdo y, sin duda, este fin de semana pasado, fue uno de ellos. No sé si el resto de huéspedes opinarían lo mismo, pero qué quieres que te diga, ¡que se rasque el que le pique!, que cincuenta años juntos, cumplir esas bodas de oro, con toda la familia unida, es un hito importantísimo del que no todas las personas pueden presumir.

Está claro de que hay que darles las felicidades por no haberse asesinado mutuamente en estos cincuenta años, un logro que hace feliz a toda la familia. Aunque sabemos que en más de un momento han estado cerca. 

Nuestro regalo. Ayudarles a cumplir un sueño —ojo, no incluye tirar por la borda al otro—, como símbolo de un nuevo comienzo y nuestros mejores deseos, ya que no hay nada más bonito que ver a las personas que uno más quiere desear hacer planes para el futuro, vivir nuevas sensaciones, seguir descubriendo el mundo…, seguir amándose.

Gracias por leerme. 

«La sonrisa que dibuja tu verano y mueve tu colegio»

El colegio hace un cierre momentáneo, pero que bien sienta.

Un colegio vacío es casi tan triste como tu cara sin esa sonrisa que tanto me gusta verte. Ha llegado el día en el que abandonas el aula para disfrutar del merecido descanso. Por un momento tu rostro dibuja esa ansiada sonrisa que significa «¡por fin!, ¡llegó el verano!». Me encanta verla. Pero vuelves la vista. Siempre vuelves la cabeza. La comisura de tus labios dibuja un sinfín de sentimientos. Allí los dejas, o eso crees tú.

Durante el curso seguro que has disfrutado de buenos y malos momentos, de tensiones en el claustro, de risas y fiestas con tus compañeros, de desencuentros, de acuerdos, de abrazos, de tristezas, del cansancio, de la fuerza aportada por sacar el grupo adelante, por hacer todo lo que está en tus manos, todo lo posible y a veces más… Tu sonrisa lo sabe.

Con tu alumnado te has enfado y reído a la vez, te ha sacado de tus casillas y les has demostrado amor eterno, pudiste impartir justicia en aquella pelea de patio, sentar a pensar para calmar los ánimos, acompañado en noviazgos rotos y sonreído al escuchar un piropo o una palabra agradable, abrazado momentos tristes… Tu sonrisa lo recuerda.

Las familias siempre han estado ahí, presentes, preocupadas, cercanas, esperando, dispuestas a todo o a nada, cada uno sabe lo suyo. Las has acompañado, aconsejado y escuchado… Esto del magisterio tiene muchos roles —¿Te acuerdas? algunas las narré en este post—, y tu sonrisa los dibuja.

Pero ha llegado el día que el colegio cierra. Tu miras atrás, moldeando en tu cara esa preciosa sonrisa en la que demuestras el orgullo de un trabajo bien hecho. Te marchas con ganas de descansar, de olvidar, de recargar pilas, de…, pero sabes que tus labios se mueven y los sentimientos citados, junto a otros muchos, dicen hasta septiembre, porque estudiaste magisterio, porque tu sonrisa es tu mayor ilusión y ésta mueve tu mundo, tu colegio.

¡Feliz verano!

Gracias por leerme.

P.D: Si aún te quedan ganas, no olvides repasar las recomendaciones que escribí para el verano (puedes repasarlas en este post)

«Amor inolvidable»

Hay sentimientos que no podemos olvidar

Era nuestro sueño inolvidable pasar la vida juntos, comprarnos aquella casa en las afueras de la ciudad, criar a nuestros hijos, viajar…, ser felices. Así nos lo habíamos prometido hace ya mucho tiempo.

Levanto la vista y veo la pared llena de fotos, en la que, como si fuera un expositor, todos esos recuerdos son mostrados a mi mente. ¿Lo conseguimos?

Ahora te miro. Siempre estás a mi lado, sentado en ese abombado y viejo sofá. No te reconozco. No sé si eres tú. No me acuerdo de tu nombre, y sé que a ti te pasa lo mismo, pero cada vez que coges mi mano y me sonríes, una mariposa recorre mi estómago.

Gracias por leerme.