Admito haber descubierto el concepto «Personas tóxicas» de pura casualidad —ya lo afirmaba el maestro Yoda: «Desequilibrio un, en la fuerza tendrás»—, tras una experiencia personal en la que no me quise ver envuelto y de la que aún estoy intentando zafarme. Suerte que tengo este blog, y a ti al otro lado, para contar mis cuitas y descargar, a modo de catarsis, mis sentimientos, vivencias…
Como soy muy curioso por naturaleza —a veces entrometido— me ha dado por investigar un poco más sobre este término así que, por si fuera de tu interés, hoy te traigo este pequeño análisis que, a modo de resumen, viene a descifrar el concepto. Espero que puedas aportar algo más.
Se entiende por «Persona tóxica» aquella que utiliza sus relaciones interpersonales, y por lo tanto su entorno más cercano (pareja, familia, amistades…) para alimentar su propio ego a base de provocar en el otro desgaste, intimidación, cosificación, culpa, ningunéo…
Por lo que he estado leyendo —y seguro que las expertas en psicología que me siguen podrán corregirme si estoy equivocado— todos nosotros, en algún momento de nuestras vidas, podemos usar alguno de esos rasgos. ¡Caray!, somos humanos, cometemos errores y tenemos defectos. No hablo de eso. Me refiero a aquellas personas que habitualmente se comportan de esta manera, que ahora detallo, para su propio beneficio.
En su defensa diré que es común que muchas de esas personas no se reconozcan como tales y, por lo tanto, no sean capaces de corregir esos comportamientos.
En psiquiatría y psicología (ver DSM), las personas tóxicas son aquellas que pueden ser incluidas en los perfiles narcisistas —ya me corregirán, de nuevo, las expertas, si mantengo mi error—, ya que entre sus características y rasgos de personalidad se ve con claridad que:
- Tienen sentimientos de grandeza y prepotencia. Exageran sus logros y talentos. Todo lo saben.
- Creen que son especiales y únicas, por lo que intentan relacionarse con otras personas especiales o de alto estatus.
- Demuestran una permanente necesidad de admiración.
- Buscan privilegios y tratamientos favorables.
- Explotan las relaciones interpersonales, se aprovechan de los demás para sus fines.
- Carecen de empatía.
- Con frecuencia envidian a los demás o creen que éstos sienten envidia de él.
- Muestran comportamientos o actitudes arrogantes, de superioridad.
Siempre hemos compartido espacio con personas tóxicas. Algunas las soportamos y a otras no. Todo dependerá del daño que nos hagan. Para identificarlas lo más común es que usemos otros calificativos que seguro que reconocerás más fácilmente e incluso que los asociarás a alguna persona de tu entorno, ya que todos conocemos alguna persona que sea…
- Envidiosa: Aquel al que le angustian los logros de los demás y lo único que le calma es descalificar. No se alegra ni comparte los éxitos de las personas de su entorno.
- Criticona: Normalmente personas frustradas en una determinada área de su vida y que expresan ese sentimiento frustrando a los demás.
- Manipuladora: Utilizan a otras personas de ariete para ir contra alguien al que no pueden ver, en lugar de enfrentarse ellos mismos con el problema.
- Infeliz: Su modo de pensar y ser les impide vivir en paz, en armonía con los demás y su alrededor.
Tras llegar aquí comprenderás que las personas tóxicas son como «vampiros emocionales» que te chupan la energía. Para estas personas tú no eres más que una herramienta que utilizarán mientras les seas útil. Después buscarán otro «huésped» al que pegarse como un parásito.
Sin que te des cuenta, una persona tóxica se apropiará y aislará de tu entorno, se adueñará de tu autonomía, decidirá por ti, cambiará tu personalidad. Te fagocitará.
Permíteme un consejo: si te identificas, si te encuentras con personas así en tu entorno ¡¡¡HUYE!!! Igual yo soy una de ellas.
Gracias por leerme.